En las primeras semanas de la pandemia, el doctor Lorenzo González, entonces residente de segundo año de medicina familiar en el Centro Médico Harbor-UCLA, trabajaba hasta 80 horas a la semana en la unidad de terapia intensiva. Siempre tenía miedo de contraer covid-19 y se sentía culpable por no tener tiempo suficiente para ayudar a su padre enfermo. En abril de 2020, su padre, un jardinero jubilado, murió de insuficiencia cardíaca y pulmonar. González hizo el duelo solo. Su trabajo como médico en formación le exponía a un alto riesgo de contraer el virus, y no quería contagiar a su familia. E…